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Hablando-nos

El discurso y sus maneras locas de hablar de ti

Mi discurso, lo que yo creo que tu quieres escuchar. El tuyo, lo que crees que quiero escuchar. Lo dicho, nada que interese en realidad.

Mi discurso, lo que yo necesito decirme, creyendo que eres tu quien quiere escucharlo. El tuyo, lo mismo. ¿Lo dicho? Nada.

Con el discurso te digo que digas lo que yo no puedo/no quiero/ temo decir, pero debes saber de mi. ¿Lo dicho? Impotencia

Juego a interpretar lo que dices, juegas a que a que te comunicas, jugamos a estar atrapados

Hablo de mi mundo como si fuera el tuyo. Tu perdido no entiendes, yo perdida en mí, afirmo contigo mi confusión. ¿Lo dicho? Subjetividad

¿Y si me quedo en silencio? Quizás te escuche. Quizás te entienda. Quizás me dé cuenta que no es necesario hablar.

¿Y si me quedo en silencio conmigo? ¿Qué habrá para escuchar? ¿Lo dicho? Darse cuenta

¿Y si te quedas en silencio? Quizás comprendas. Quizás dejes de desear. Quizás dejes de proyectar. ¿Lo dicho? Reconocimiento del Otro.

¿Y si dejo de pretender que controlo? Quizás pueda manipular mejor las fuerzas que me construyen. ¿Lo dicho? Aceptación

Lo más inteligente que una persona inteligente puede hacer, es dudar de su inteligencia.

¿Y si hablo? Sobre lo que nunca había hablado antes. Quizás ya no tenga que volver a pensarlo. Quizás ya no tenga que volver a hablarlo.

Lo más idiota que una persona idiota puede hacer, es ni siquiera imaginarse que pudiera estar siendo un idiota.

Tener poder no es libertad… Todos aquellos que lo tienen saben que es una trampa en la que han caído intentando ser libres.

¿Y si te digo que no tengo miedo? ¿Te darás cuenta entonces que siempre has sido tú el del miedo? Quizás lo sigas teniendo. Quizás lo aceptes.

¿Y si te digo que mi problema no es amarte, sino el no tener miedo a hacerlo? ¿Te darás cuenta que el tuyo es dejar de amarme por miedo?

No es hasta que dejo de pensar en ti, que me doy cuenta que yo también pienso.

¿Y si te canto en vez de hablarte? Con letras de otros, con músicas ajenas… Quizás no me escuches, quizás yo tampoco. Quizás así sea mejor

¿Y si te digo que la verdad ya no tengo más nada que decir? ¿Te darás cuenta que tú también desde hace rato estas repitiendo lo mismo?

¿Y si no nos decimos nada más? Quizás encontremos paz. Quizás partamos. Quizás nos encontremos finalmente.

Paradójicos… La definición más cercana de nosotros.

¿El discurso? Para no estar besándonos como locos desesperados. ¿El silencio? Nuestra desesperación el uno por el otro.

El discurso, nuestra perdición. Ideas castradas hablando de algo infinito. ¿Lo dicho? Nuestra imposibilidad

Mejor no digo nada. Quizás todo resulte de una vez. La verdad es que nunca no he dicho nada. Ese debe ser el problema, decírtelo todo.

Hablas, hablas y hablas y sigues hablando, como si mis ganas de ti fueran a agotarse. Como si tus ganas de mi fueran a extraviarse.

Sólo en silencio, he entendido que ha sido el discurso el más poderoso obstáculo, entre tú y yo.

¿Y si no grito más? ¿Y si no seduzco más? ¿Y si vuelvo a no estar? Quizás te rindas, al miedo o al dolor.

¿Y si en silencio te escucho? Quizás acepte tu profunda negativa, tu irrevocable no, tu dolorosa verdad.

¿Y si sigues hablando? Quizás un día ni te des cuenta que ya he partido. Quizás por fin tengas paz. Quizás eso es lo que esperas.

¿Y si te sigo escuchando? Quizás note que ya no hay parlamento para mí en tu historia… Quizás comprenda al fin tu mensaje.

¿Y si sigo pensando en ti? Quizás me pierda a mí. Quizás eso quiero. Quizás así no tenga que irme. Quizás así no tenga que dejarte.

¿Y si nunca hubiéramos hablado? Quizás nunca hubiéramos amado.

Sigamos hablando, siento venir el silencio. No lo dejemos decirnos fin.

 

 

 

Blog, Crecimiento

¿Por qué hablamos?

Hay gente que se ladra, se escupe, se insulta… Dicen que están hablando…

Es fácil perderse entre las palabras, saber lo que quieres decir y para qué, no todo el tiempo se tiene claro. Es difícil hacerse entender.

Cuando hay frustraciones las palabras se golpean unas a otras compitiendo por poder salir y golpear a otro.

Resulta realmente un desafío cognitivo lograr contener lo que se quiere decir y terminar diciendo todo lo que se debe y necesita decirse.

Hablar muchas veces es ansiedad convertida en palabras y frases.

Hoy escuchaba a una pareja ladrarse el uno al otro. Era preferible que se quedaran en silencio… No entendí porque era mejor ladrarse.

Hablar mucho, muchas veces son ganas de no decir nada.

Hablar mucho, muchas veces son ganas de no decir lo que realmente se piensa o se siente.

Tantas palabras, tantas maneras, tantos tonos y lo que se quiere decir es «¡te amo!», «te necesito», «hazme el amor» o «te extraño.”

Me resulta curioso porque a veces hablamos tanto y nos empeñamos en hacerlo pero realmente no nos interesa decir nada.

Quien habla mucho puede que tenga miedo a quedarse callado… Puede que se dé cuenta que no tiene nada importante que decir.

Así cómo a la soledad, mucha gente también le tiene miedo al silencio…

Dime cuanto y de que hablas, te diré exactamente que intentas no decir.

El silencio pareciera ser la mejor respuesta ante cualquier ruido comunicacional. Calla y verás como todo pasa.

Si alguien llora, grita, sonríe o tiembla, ¿qué palabra se podría decir? Toca, abraza, sostén y calla.

Hablarte por no quedarme en silencio, es igual a estar contigo sólo por no dejarte solo.

Si te amo, ¿para qué hablarte de lo que tengo, no tengo, hago o quiero? Con mirarte y tocarte lleno todos mis silencios.

Si te amo, ¿para qué llamarte o explicarte mi anhelo? Con cada beso gritare mi deseo.

Si te amo, ¿para qué hablarte de preocupaciones? con el intento aguerrido de superarlas para no angustiarte tengo.

Las palabras entran donde las acciones no se coordinan.

Las palabras irrumpen donde los sentimientos no se materializan en encuentros.

Las palabras nacen donde los corazones ya no se tocan.

Cuando muchas situaciones no funcionan, las palabras son buenos puentes de conexión; sin embargo no necesariamente vuelven a reunir lejanías.

Lo cierto es que cuando tienes algo real e importante que decir, rara vez se usan las palabras para decirlo.

Yo conozco tres palabras que dicen más que muchas otras: «¿Lugar? ¿Fecha? ¿Hora?» Y al ser respondidas aclaran más de una duda.

Cuando necesitas quieres o tienes que hacer algo, las palabras jamás van a interponerse

Hablar sobre lo que necesitas nunca será tan productivo como ir tras ello.

No se necesita de una palabra para ser feliz, ni escucharla, ni decirla, no más vivirla.

Si nos ponemos a ver hablamos cuando no tenemos nada mejor que hacer.

No hablemos más, al menos no de lo que queremos para nuestras vidas, actuemos y ya.