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El Alma rota

 

A veces decidimos preferimos decir y hacer de todo menos lo que tenemos que hacer

A veces nos llenamos de todo mientras no tengamos que recibir aquello a lo que le tememos

A veces somos todo menos nosotros, porque si somos nosotros seguramente dolerá

A veces la vida nos espera con toda su fuerza pero nosotros por temor pensamos que no estamos tan listos

A veces nos equivocamos terriblemente pero otras nos equivocamos con nosotros mismos y esa se siente casi imperdonable

A veces queriendo saberlo todo lo único que queremos es olvidar aquello que no sabemos

A veces nos «aman» tanto que acaban con nosotros y con nuestras ganas de dejarnos «amar» de nuevo

A veces decidimos abandonar nuestro camino; caminar por otro lado, sufrir por otro lado, pero no tener que regresar del que huimos

A veces deseamos hacer de nosotros alguien nuevo, a pesar y sobre nuestras heridas abiertas

A veces ser quien uno es tiene un costo que parece tan alto a pagar que parece más fácil empezar a ser alguien más

A veces la solución más «conveniente» menos incomoda más «fácil» es «borrar» y empezar como si nada

A veces nos llenamos de mentiras de distracciones de sucesos de todo mientras no tengamos que mirar nuestra secreta verdad

Todos tenemos una secreta verdad, sea lo mucho que nos duele nuestra soledad o los sacrificios que hemos hechos por nuestra felicidad…

Lo mucho que evitamos volver a sentir, lo mucho que tememos realmente vivir… todos tenemos una secreta verdad

Nuestra secreta verdad es esa marca en la piel, esa que si la tocan siempre se siente, esa que habla de nosotros más que las palabras

A veces validamos la más cruel mentira o la más vacía excusa mientras nos permita escapar un rato más de nuestra secreta verdad

A veces nos anestesiamos para no despertar. A una realidad, a una deuda, a una pérdida, a un abandono a una despedida

A veces nos vamos… tan lejos… Todo para no tener que asumir el embargo de lo decidido

A veces la vida nos espera, pero no queremos regresar a ella. La decepción fue mucha, muy dura la última vez

A veces dejamos de ser… y asumimos eso como una forma «decente» (inofensiva) de vida

A veces las personas nos cambian tanto que nos perdemos dolorosamente del todo

A veces nuestra secreta verdad consiste en que nos perdimos, en que ya no sabemos quiénes somos

A veces nuestra secreta verdad consta que en el primer round fuimos derrotados y que aún duele la caída

A veces nuestra secreta verdad esconde el fantasma de quienes creíamos ser hasta que algo nos probó que apenas el descubrimiento comienza

Despertar a una secreta verdad es casi tan duro como cuando fue tan difícil que hubo que esconderla

A veces la secreta verdad es que despertamos a ser el lienzo en blanco. Sin armas, sin prevenciones, sin pretensiones, sin expectativas

Una secreta verdad que nos deja expuestos, adoloridos, desnudos. Donde una piadosa mentira sirve para cubrirse

A veces queriendo enterrar las heridas resumimos enterrar una gran parte de nosotros también

Porque cuando alguien nos ha golpeado el alma, a veces es menos doloroso negarlo todo

Enfrentar una secreta verdad necesita de nuestra fortaleza cuando quizás lo menos que haremos es sostenernos firmes

Hay dolores tan inconcebibles que intentando sobrevivir algo de cordura se fue

Cuando un golpe tan inesperado te sorprende, pocas piezas de la estructura permanecen

Cuando alguien tan preciado falla, algo en nuestro universo se pierde

Porque cuando alguien nos rompe no volvemos en sí y despertar es aceptar que no regresaremos

Aceptar es agradecer a quien con un golpe nos sacudió

Despertar es que aunque lastimoso el impacto nos hacía falta

Regresar a ti se convierte en concebir que antes nada sabías y hoy tampoco pero hoy si sientes y eso no te lo volverás a tomar a la ligera

Recuperarte implica recoger añicos y barrer otros

Llegar a ti nuevo significa reconocerte tan distinto pero aún tan familiar

Descubrir una secreta verdad. Es mirarte a ti mismo y ya no reconocerte más…

Con toda la historia, con todo el pesar, con toda la experiencia. Tú, en un shock de inocente a roto; hasta las partes que no sabias tener

El despertar espera, quieras o no. Roto quizás te encontrarás, pero en esos trozos estás

 

 

 

Blog, Poemas, Psicología

Ciclos

Hay quienes les encanta dejarlo todo y retirarse, sin cerrar la puerta.

Dejar la puerta abierta significa no querer enfrentar el escozor de una historia finalizada.

Irse sin mirar atrás y olvidar el despedirse, es querer deslastrarse de la sensación de pertenencia hacia ese capítulo.

Quien se va advirtiendo que nunca cerrara la puerta ante un regreso, devela que quien se está yendo es otro, este se queda probablemente en el mismo sitio donde siempre estuvo.

Se retira el compromiso, el empeño, el esfuerzo; pero no el deseo o el anhelo.

Quien no cierra puertas, tampoco las abre; no le gusta ser dueño de esa responsabilidad.

Caminantes vemos, sus recorridos no conocemos.

El camino abierto, la posibilidad dispuesta, la esperanza eterna.

El adiós es un símbolo que resume aquí esta lo que queda de lo que tenía de ti y por favor dame lo que te quedo de mí.

Mucho más allá que emotivo, decir adiós es un acto confrontador, concientizador;  una manera de traer a la emoción a que haga contacto con la realidad.

En lo personal hallo las despedidas absolutamente exorcizantes,  incluso es de las partes que más disfruto… Creo que debo revisarme eso.

Quien entra sin tocar y sale sin cerrar, está diciendo esto no es mío, yo solo ando de paso.

Cerrar la puerta implica recoger todo lo que es de uno antes de salir, eso obliga a ver qué sirve, que no y que se perdió.

Quien se va sin llevarse nada, tampoco supo que dejaba, mayor la incertidumbre cuando le haga falta.

Quien no cierra puertas, está invitándolos a todos al mismo cuarto, no se mueve, espera al siguiente visitante.

Cerrar es regalarte lo nuevo, aceptar lo perdido en el pasado y seguir confiando en la oportunidad y el riesgo.

Esta puerta hoy se cierra, porque este día hoy termina y este tema hoy no rima.